LA LEYENDA DE CANTUÑA
Se dice que en
tiempos de la Colonia, un indio llamado Cantuña se comprometió a construir el
atrio de la iglesia de San Francisco.
Una noche, antes del
plazo estipulado, Cantuña desesperado pactó con el diablo para que culminase la
obra antes del amanecer. Como pago le daría su alma.
Miles de diablillos
trabajaron sin descanso, pero no alcanzaron a colocar la última piedra. Así se
salvó el alma de Cantuña.
En el extremo sur de
la iglesia de San Francisco está la capilla de Cantuña. Durante el siglo XVIII
fue conocida como capilla de la Vera Cruz. Únicamente los indígenas asistían a
la misa allí.
Pablo Boada, director
de investigaciones de la Fundación Quito Eterno y encargado de personificar a
Francisco Cantuña, un herrero que vivió en ese siglo, comentó que en tiempos
coloniales se requería tener propiedades y dinero para poder ser enterrado en
una capilla y tener un retablo.
Francisco Cantuña
mandó a restaurar la deteriorada capilla de la Vera Cruz en 1766 y compró a los
franciscanos entierro en ese lugar. “A partir de esta situación se puede haber
construido la leyenda”, dice Boada.
Cantuña también hacía
trabajos de cerrajería, que en ese tiempo eran muy bien pagados, según los
historiadores.
En la última
exposición de documentos que realizó el Archivo Nacional de Historia, en el
Centro Cultural Metropolitano, se exhibió el testamento de Francisco Cantuña.
Ahí estaban detallados los múltiples bienes que poseía.
Pero el relato de
Cantuña no queda ahí. El padre jesuita Juan de Velasco, en su libro ‘La
Historia del Reino de Quito’, se refiere a Cantuña como el hijo de Hualca, un
general de Rumiñahui que conocía el paradero del tesoro de Atahualpa. Durante
el incendio de la ciudad, Cantuña perdió a su padre y fue acogido por el
español Hernán Juárez.
A diario realizaba
enormes contribuciones a los franciscanos para la construcción de su convento e
iglesia. Cuando los curas franciscanos preguntaron el origen de las ofrendas,
Cantuña confesó que había hecho un pacto con el demonio y que este, a cambio de
su alma, le proporcionaba todo el oro que le pidiese.
A las 10:00 del
pasado lunes, Abigaíl Hermosa caminaba junto a su hijo Carlos Guillén por la
plaza de San Francisco, una gigantografía similar a la arquitectura de la
iglesia cubría la fachada, Hermosa se detuvo a observar la edificación. Sostuvo
a su hijo en brazos, le contó la leyenda de Cantuña y le pidió que le ayudara a
buscar la piedra que falta en la construcción, según la leyenda.
Patricio Bonilla,
sacerdote franciscano, comentó que la capilla de Cantuña es una de las más
visitadas por los quiteños y los turistas. “A muchos les llama la atención la
leyenda y quieren conocerla”. Muchas veces, los sacerdotes celebramos la misa
principal en esa capilla.
Dentro de la capilla
no solo hay retablos de santos, como el de San Antonio, también hay un retablo
que lleva el nombre de Cantuña.
Bonilla dijo que la
intención de la iglesia es convivir con las leyendas y tradiciones que tiene la
ciudad franciscana. La puerta del convento de San Francisco es de hierro. Según
contó Boada, fue construida por el mismo Cantuña.
Antes de iniciar un
recorrido por la tradicional plaza, Boada explicó la leyenda a los visitantes,
en su mayoría niños. Muchos ya la conocían, otros se admiraban al escucharla.
La primera interrogante es ¿Cuál es la piedra que falta? Esa es una pregunta
que no tiene una respuesta, dijo Boada.
Después de su visita,
Hermosa y su hijo llegaron a la conclusión de que falta una piedra en la
escalinata del lado sur del atrio.
Fuente:
Análisis:
Esta interesante historia de la sierra ecuatoriana de Cantuña es muy difundida y nace en el Centro Histórico de Quito, y también es conocida como la leyenda del atrio de San Francisco.
Valores |
Mensaje |
Honestidad
– no ambición |
Debemos
ser honestos y no ambicionar más de lo que tenemos con nuestro esfuerzo y
trabajo. |
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